Silvia

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La conquista de un sueño.
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julio08
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-"Era este el precio que yo debía pagar por el sacrificio hecho?"

Esa pregunta me la hacia una y otra vez.

-"Porque ella tenia que sufrir las consecuencias de lo que yo había iniciado hace 10 años?...", volvía y me preguntaba sentado allí en la sala de la habitación del hotel.

Por mi cabeza pasaban los recuerdos de lo que inicie hace una década. Decidí salir de Venezuela con mi hija Silvia de 9 años. Buscaba un mejor futuro y me embarque hacia el sueño americano esperando encontrar mejor vida aqui, así que deje a mi esposa en Caracas y viaje a Florida.

Recuerdo esos primeros años en Miami en que yo trabajaba en un restaurante haciendo aseo y en las noches limpiaba oficinas. Luego cuando nos mudamos a Oregon y allí conseguí un trabajo en una fabrica de cortinas donde trabajaba horas extra para que a Silvia no le faltara nada y pudiera atender la escuela. A pesar de que yo no hablaba ingles, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa. Todos estos años ella fue mi centro de atención y la razón de mi vida. Y fue allí en Oregon donde empecé a ver como mi pequeña niña crecía y se convertía en toda una señorita. A medida que los años pasaban, mi nena dejaba de jugar con sus muñecas y prefería que le comprara ropa y calzado. Silvia dejaba la televisión y prefería salir con sus amigos. Silvia dejaba la infancia y entraba en la adolescencia convertida en una hermosa y atractiva teenager.

La habitación del hotel era amplia y confortable. Era una suite costosa por los lujos que vi en ella. Mis manos sudorosas reflejaban lo culpable que me sentía por lo que allí sucedía.

Recordé como Silvia hace dos años se vinculo al grupo de cheerleaders del high school y cuando ella me invito a ver el juego final del torneo de basketball en el que su escuela enfrentaba a una de Virginia. Ese día me di cuenta que ella no era mas un niña y que tenia en frente a una hermosura de mujer.

Con mi barba poblada y mi cara de cansancio por haber trabajado en el turno de la noche, recuerdo como sorprendido vi a mi hija salir por la puerta del apartamento donde viviamos en renta. Sus 1.85 m de estatura, pechos robustos, rostro bello y dulce, cabello negro y largo, y esa corta faldita de cheerleader que mostraba como esas largas y espectaculares piernas no eran mas que el abrebocas a su fantástico y formidable juvenil trasero. Su culo se movía de forma armoniosa bajo la deportiva falda.

Ese día, hace dos años, gracias a su atractiva y deseable figura conocí a Mr. Soan.

-"Papa... recuerdas que te comente de una amiga mía cuyo padre trabaja como abogado de US Immigration?", me dijo ella ese día finalizado el juego que ganó su escuela.

Esa tarde conocí a Mr. Soan, padre de una de las compañeras del team de cheerleaders del St. Thomas high school donde estudiaba Silvia. Después de una charla amigable le comente a el de mi situación como ilegal en los Estados Unidos y le hice publica mi intención de legalizarme. Quería tener todo en regla y garantizar que mi hija Silvia entraría a la universidad publica de Oregon tan pronto finalizara sus estudios básicos. El me ofreció su colaboración a pesar de que le dije que no tenía el dinero para pagarle por sus servicios.

-"No se preocupe, señor Juárez.... Después arreglamos lo que mas nos convenga", me dijo Mr. Soan mientras descaradamente se quedaba mirando fijamente el movimiento, bajo la falda de cheerleader, del deseable culo de Silvia quien caminaba unos metros adelante nuestro.

A pesar de que su hija también tenía una corta falda, era las tetas, las piernas y el delicioso culo de teenager de Silvia, lo que atraía la mirada curiosa de Mr. Soan. Era la persona que me iba a ayudar así que no me moleste por ello.

Recuerdo ese mismo día como estando al frente del tablado de juego mirando el espectáculo en donde mi hija y sus amigas salían al centro a realizar su show, un par de jóvenes gringos a mi derecha dijeron entre si:

-"Holy shit, Mark... do you see the ass of the tallest one?.. look at that beauty... holy cow... I'd die just for fucking her ass doggie style...".

No entendí muy bien lo que dijeron pero sabía que hablaban del trasero de Silvia.

Me sentía incomodo de saber que mi pequeña nena de 9 años, era ahora una señorita y que su cuerpo era objeto de miradas y pasiones. Los años habían pasado y mucho había cambiado en ella. Silvia seguía siendo la tierna nena que crié con mucha religiosidad y con principios de respeto pero yo no podía ocultar como sus pechos, sus piernas y su redondo culo habrían brotado de su cuerpo como un tesoro digno de ser poseído.

Después de que Mr. Soan me colaboro a lo largo de estos dos años finalmente hace 3 días, Silvia y yo recibimos la visa de residencia y la tan deseada green card estaba en mi bolsillo. Mi hija, finalizado sus estudios en la high school y gracias a su espectacular cuerpo de guitarra, trabajaba en un gimnasio como trainer y esperaba ansiosamente que la consecución de la green card le abriera las puertas a los estudios de Veterinaria que ella quería hacer en la Universidad. Finalmente seria una realidad.

habían pasado 10 años de iniciada esta aventura y yo allí sentado en la suite del hotel me sentía culpable. No era justo que yo a pesar de que había trabajado fuertemente a lo largo de estos años, no hubiese podido recaudar el dinero suficiente para pagarle a mi hija una Universidad privada. Mi difícil situación económica y legal me obligaron a contactar a Mr. Soan quien me dio su asesoria legal y me ayudo a que el proceso saliera en corto tiempo.

Pero todo este proceso realmente tenía para mí un alto precio.

Me puse de pie y camine hacia la puerta de la habitación. Sabía que ella no era la culpable. Era todo producto del afán de darle a mi hija lo que más le convenía. Y ahora era una realidad. Ella empezaría el próximo semestre a estudiar y yo tendría la posibilidad de trabajar legalmente con la oficina del Mr. Soan a partir de la próxima semana.

La suite era amplia. Una inmensa cama King en el centro y un bar al lado de la ventana. Un cómodo sillón en frente de una pantalla de televisión de 40 pulgadas complementaban la lujosa suite. El vestido blanco y rojo de cheerleader de Silvia estaba tirado en el piso al lado del sillón, así como su pequeña tanga blanca y su brassier de media copa. Al parecer allí fue desnudada y me imagino que Mr. Soan tuvo el delicioso placer de lamerle su clítoris y olfatear su fresca vagina. A un lado del sillón, una mesita de noche con un jarrón de flores daba un ambiente de exclusividad y romance. En la cama, con las sabanas completamente desarregladas, mostrando que su hermoso cuerpo había sido cambiado de posición en varias ocasiones, mi hija Silvia, desnuda en posición perrito, así como muchos jóvenes y hombres de edad madura la habían deseado, recibía por detrás los frenéticos empujones del cuerpo de Mr. Soan, quien gimiendo de placer y con sus manos aferradas a su hermoso cabello, hundía repetidamente su verga dentro de su juvenil vagina.

Desde la puerta era visible la espalda desnuda y brillante de Mr. Soan. Su sudor recorría copiosamente su cuerpo mostrando la intensidad con la que su verga entraba y salía de la dulce vagina de mi hija. Su culo se mecía de forma rítmica dando a entender la frecuencia con la que su afortunada verga clavaba el sexo de mi hija.

Silvia se veía hermosa. Sus grandes tetas bailaban con el movimiento de su cuerpo. Su cabeza estaba levantada ligeramente mirando hacia el gran espejo en frente de la cama. A través de el pude ver como ella tenia sus ojitos cerrados y su rostro reflejaba una gran satisfacción. A pesar de que no quería hacerlo con Mr. Soan, Silvia no podía ocultar el intenso placer que sentía al tener la gruesa verga de un hombre meciéndose salvajemente dentro de su vagina. Mientras Mr. Soan halaba el cabello de mi hija, con la otra mano se aferraba a su hombro, asegurándose que su coño se hundía hasta lo profundo de su sexo.

Su delicioso culo de teenager aparecía oculto y escondido por el abdomen de Mr. Soan. La cabeza agachada de el no se retiraba del trasero de Silvia. seguía sin perder detalle como su coño se movía dentro de su sexo, en medio de sus sensacionales nalgas.

-"Era esto lo que yo quería para ella?", pensé mientras escuchaba los gemidos de Silvia y de Mr. Soan.

Por supuesto que no, pero fue ella la que me colaboraba para dar por terminados estos 10 años de esfuerzo y sacrificio, al darse cuenta que yo no tenia la capacidad económica de pagarle a Mr. Soan y ofrecer su deseable cuerpo como un medio de pago.

Con la rabia y la decepción de que ella pagara el alto precio por mi loca aventura, Silvia me comento las intenciones de Mr. Soan cuando el la invito a almorzar hace un mes y le propuso las condiciones del trato. Mr. Soan le mostró a ella toda la documentación lista y aprobada por el INN.

El trato era muy simple, el lo único que hacia era firmar los papeles y enviar de regreso a Washington el fólder con nuestro caso dejando nuestra visa de residencia lista y sin ninguna deuda. Por su parte mi hija lo único que tenia que hacer era permitir que Mr. Soan la desnudara, le abriera sus sensacionales nalgas y durante una noche su tesoro seria solo para el coño de el. Ella, muy astuta y sabiendo que su voluptuoso cuerpo y su inmaculado trasero era un verdadero objeto de deseo para Mr. Soan, acepto con la condición de que su padre tendría trabajo en su oficina.

-"Silvia... Silvia.... Oh my god...oh my god....ohhh shiiiitttt!!...ohhh my God....arghhhhh.. shiiiiiitttttttt....", grito Mr. Soan interrumpiendo mis pensamientos.

Cerré los ojos y pedí perdón a Dios por unos segundos. allí parado frente a la puerta fui testigo de como los agitados y cortos gemidos de Silvia me indicaban que ella había llegado al orgasmo, mientras que las sacudidas del cuerpo de Mr. Soan así como sus soeces y groseros gritos, me anunciaban con dolor que la tierna y fresca vagina de mi hija, a sus 19 años de edad, recibía por tercera vez en la noche los calidos chorros de esperma del hombre que nos abrió el camino a una mejor vida.

Me quede allí impávido viendo y escuchando como mi nuevo jefe estremecía su cuerpo y las contracciones rítmicas de su abdomen me mostraban que el sexo de Silvia recibía su viscosa leche a borbotones.

Tan pronto el dejo de sacudirse y su pene termino de vaciar esa carga, Mr. Soan le retiro lentamente su coño y con su voz ronca dio nuevamente una orden:

-"Now sweety... lay down... let me fuck your beautiful ass....".

La última vez que vi a mi nena con su cuerpo desnudo fue cuando Silvia se golpeo una piernita en la escuela. Tenia 10 añitos y llorando le aplicaron unas dolorosas inyecciones en sus nalguitas. Hoy, 9 años después por unos segundos, mientras Mr. Soan se secaba el sudor de su frente y esperaba que Silvia se acomodara, descubrí sorprendido como había cambiado su cuerpo. Estando ella en posición doggie, vi como sus pronunciados labios vaginales, su escaso vello púbico y la raja inmensa de su vulva parecían como un delicioso fruto e invitaban a ser lamidos por una lengua. Sus nalgas eran dos hermosos, redondos y parados cojines y el hoyo de su ano había sido ya preparado. Estaba cubierto de un gel de color brillante y listo para que la verga de Mr. Soan entrara. Con asco vi como la vagina de Silvia estaba salpicada de una sustancia blanca y espesa que parecía una crema. Era la muestra de que tres cargas de esperma de Mr. Soan yacían dentro de mi hija y parte de su semen estaba sobre su vulva.

Silvia acostándose boca abajo y volteando su cara hacia la ventana coloco una almohada bajo su abdomen dejando su bello trasero como un apetitoso durazno.

Mr. Soan colocando su erecta verga entre sus nalgas dejo que su cuerpo se posara sobre el de mi hija. El rostro de Silvia expresó dolor e incomodidad y gimiendo, aferrada a las sabanas, fui testigo de como el coño de Mr. Soan se hundía dentro de lo profundo de su fantástico culo.

-"Oh my lord...... ohh God...this is ... this is just....... Gorgeous...", dijo el levantando su cabeza hacia el techo mientras su abdomen, completamente pegado a las nalgas de mi hija, comenzaba a sacudirse encima de ella, meciendo su verga dentro de su ano.

Me retire de la puerta y regrese hacia la salita. Me senté en el sillón y una lágrima se escurrió por mis mejillas. Me sentía impotente al escuchar como Silvia, con sus imponentes labios vaginales salpicados de semen, recibía ahora dentro de su fantástico culo de teenager el coño de Mr. Soan. Saque de mi billetera la foto que nos tomamos hace dos años en el juego final de Basketball. allí aparecemos abrazados Silvia y yo. Ella con su delicada, corta y sexy falda, sus pompones de fiesta rojos y su apretada camiseta con el logo de la escuela resaltando sus tetas 36C tenia una tierna sonrisa. Yo con mi viejo pantalón y mi rostro reflejando el cansancio por la larga jornada de trabajo de la noche anterior. Curiosamente en la parte de atrás de la foto aparece Mr. Soan comiéndose un helado y mirando fijamente el trasero de mi hija. En sus ojos se notaba el intenso deseo por hundirle su verga en medio de sus redondas y paradas nalgas de teenager. Llenar su culo con su viscoso esperma era su objetivo. En mis ojos se notaba el deseo de darle un futuro mejor a ella. Dos años después, finalmente ambos, Mr Soan y yo, hacíamos nuestro sueño realidad.

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